La mayor parte de las pequeñas y medianas empresas tienen desarrollados mínimamente sus sistemas de control. Normalmente disponen de un sistema contable dirigido sobre todo hacia el cumplimiento de sus obligaciones formales en el ámbito mercantil y tributario. Es necesario avanzar en este concepto. No hace falta que la empresa tenga gran tamaño para que deba plantearse la necesidad de establecer una «cultura de control» y poner en práctica un sistema de gestión que reportará sin duda alguna en una mejora en los costes y en la rentabilidad y ayudará a tomar decisiones de negocio con información más fiable y adecuada.
Un adecuado sistema de control de gestión en nuestras empresas debe estar normalmente asentado en los siguientes aspectos mínimos:
- Sistema de información global que permita mantener a la dirección de la empresa informada de cuál es la evolución del negocio. Este sistema de información debe ser fiable, para lo cual será necesario contar con un adecuado sistema de control interno para evitar posibles errores y fraudes. Además, debemos contar con herramientas para medir los aspectos prioritarios del negocio.
- Un sistema de costes que proporcione información adecuada para poner en marcha planes de reducción de costes.
- Finalmente, un control presupuestario que permita asignar objetivos y verificar su cumplimiento, anticipándonos a posibles problemas futuros.